GASTROGURÚ 26
NICOLAS BOISE
SUMILLER DEL RESTAURANTE MUGARITZ
Fotografía: Antonio Juan Gras Alarcón
Podría llegar a causar malestar ésta imbatible ansia por
aprender que desprenden algunos de los
jóvenes profesionales del sector de la hostelería, que ya sea en sala o en
cocina, y a una edad temprana, cuentan con un historial de vértigo, si no fuera
por la inteligente posición de humildad que saben adoptar. Pero además en el
caso de éste francés, con pinta de no haber roto una copa en su vida, que con
29 años ha forjando su aprendizaje en algunos de los más renombrados
establecimientos del cosmos de la gastronomía mediática del siglo XX y XXI, del The Fats Duck inglés
de Blumenthal a su residencia actual en Rentería, Mugarritz, dos tres estellas que están entre
los primeros del mundo en investigación, curiosidad y manera de proponer nuevas
vías de disfrute gastronómico total, pues resulta que el señor Boise es consciente de que no
existen límites para aprender, y que el mundo del vino, al que se dedica desde
que en la zona de Chablis trabajara para HOSTELLERIE DES CLOS y este virus se le inoculara como una más de
sus características vitales, tiene la capacidad de ponerte en tu sitio, y ante
la copa, con un líquido anónimo, sentimos lo poco que en realidad sabemos.
Hay quien durante su tiempo de formación se llena los
bolsillos de ideas preconcebidas y va a arrastrar una cojera de conocimiento
para toda su carrera profesional. Frente a ello Boise trata de acercarse a las
nuevas tendencias con el corazón limpio, sin corazas defensivas ni prejuicios. Y
admira las aportaciones que estilos cada vez con mayor peso, como la
biodinámica, por ejemplo, aportan, proponiendo vinos finos, exactos, precisos,
de una singularidad no siempre bien comprendida que narran sin complejo los
terruños de los que forman parte.
Frente al concepto de vinos tóxicos, que se han plegado a
gustos dirigidos por tendencias de mercado y momentos exultantes de sobrecarga
económica, el arma de defensa del profesional reside en el criterio de calidad,
la capacidad de interpretar con coherencia lo que el mercado va produciendo.
Porque debemos de aprovechar que es el momento donde mayor número de
productores están volviendo sus ojos hacia el campo. Hacia la verdadera
naturaleza, y desechar la idea de que los vinos, para ser de calidad, deben de
alcanzar precios enloquecidos.
En lo humilde también está la sorpresa. Y la competencia,
el enfrentamiento, solo puede hacer que mejoremos. El viejo mundo no puede
sentir que lo tiene todo hecho frente al torrente que proviene de nuevos
mundos, de nuevos paraísos, donde el vino está aportando sabrosos descubrimientos
que marcan distintos horizontes de entendimiento y manera de ser tratado.
Apoya Boise ésta iluminación de ferias y encuentros donde
el vino es cada vez mejor explicado. Sabe que este producto no es sólo para las
élites, y desde su trabajo procura ofrecer otras visiones a quien se acerca a
éstas experiencias hasta ahora nunca pensadas, con resultados tan sorprendentes
como las que van consiguiendo los equipos de salas y cocina.
Como sumiller posibilita esos vinos que con precios sobre
los 5€ son impresionantes. Y en su corazón viajero habita con igual intensidad
los dorados aromas del jerez, o los frescos vinos alsacianos tan apegados a la
naturaleza.
El futuro pasa por poder disfrutar de vinos por copas. Huir
de prejuicios. El cerebro va por
delante, nos engaña. Hay que dejar que sean las emociones gustativas las que
guíen el placentero hecho de disfrutar de una copa de vida.
Me gusta la forma de expresar la realidad que vive hoy en día el mundo del vino, y la poesía con la que lo escribes. Como enófilo, amante del vino, sin ser profesional pero con una docena de años viajando dentro del corazón de este hermoso mundo que no solo me hizo descubrir vinos fantásticos a precios moderados, sino que el mayor tesoro que un hombre puede aspirar, lo encontré aquí, y son los amigos.
ResponderEliminarSoy de Argentina, y como confesó Sócrates, "solo se que no se nada", pero que emociones imperdibles se encuentran en cada copa de vino. Te felicito por el artículo, y como dices al final, "hay que dejar que sean las emociones gustativas las que guíen el plancetero hecho de disfrutar una copa de vida"