GASTROGURÚ
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PHILLIPE
CESCO
Cavista
Miembro del “Comité Interprofessionnel du Vin de Champagne”
Fotografías: Antronio Juan Gras Alarcón
Los idiomas
tienen la precisión de expresar las necesidades de sus hablantes. Resulta revelador comprobar como diferentes pueblos
pronuncian palabras intraducibles para otras lenguas, o sencillamente conceptos
que no existen en otros paisajes. Así sucede con la palabra francesa “caviste”,
que designa a la persona especializada en la venta del vino.
De origen
parisino se formó como técnico agrícola en la escuela del Perigaux y amplió
conocimientos sobre enología implicándose en el mundo de la sumillería, decidió
un buen día convertirse en cavista. Durante muchos años éste viajero, que hay
ido mostrándole al mundo los secretos de la más fabulosa de las bebidas
procedentes de la uva, ha ayudado a la formación de muchos profesionales o
aficionados. Y hace veinte años decidió abrir su tienda de vinos en un rincón
de Santander. Porque su deseo no es otro que el de orientar a sus clientes y descubrirles vinos
nuevos, abrir sus posibilidades y hacer más rica sus experiencias vitivinícolas.
España es un
país con un potencial extraordinario, al que hay que ayudar a que recupere sus
señas de identidad volviendo a la tradición, dice quien disfruta hablando del vino, bebiéndolo y
viendo cómo se elabora. Pero si hay alguien que puede llegar a conocer las
entretelas del fabuloso mundo de la burbuja por excelencia es este hombre que
ha dedicado tanto tiempo a estudiar la Champagne y conocer de primerísima mano
a sus casi 6.000 bodegas, a sus bodegueros y sus territorios. Que valora tanto
al pequeño productor como a las grandes casas, que han sido quien ha dado a
conocer al mundo ésta bebida, de la que producen anualmente más de treinta
millones de botellas. Son dos universos distintos que se complementan. Sus
productos van destinados a cubrir necesidades diferentes.
Todo el
mundo conoce la palabra champagne, , pero pocos saben lo que hay dentro de
ella. No lo relacionan con su terruño, con su singularidad. Es un vino que
puede acompañar a todos los platos, del aperitivo al postre. No solamente para
un momento festivo. Puede ser para todas las situaciones que acompañan al ser humano,
del amor a la meditación, del placer a la contemplación.
Para Cesco
la obligación de los vinos es expresar el terruño de donde vienen. Los suelos
de tiza de la Champagne son únicos, le
otorgan su fuerza, además de contar con un microclima particular cada parcela.
Y esa costumbre de mezclar vinos de diversas añadas, diversas uvas (básicamente
la Chardonnay, la pinot Meunier y la pinot Noir) y de diversas procedencias
(las distancias de una punta a otra, de norte a sur, o de éste a oeste, pueden
llegar a ser de 100/150 kilómetros) le concede una complejidad donde se mezclan
muchos componentes. Ahora hay productores que buscan destacar un suelo muy
concreto, una uva determinada. Los caminos se diversifican, pero el resultado
sigue siendo asombroso. La gran capacidad de perdurabilidad del producto será una de las cosas que más se
aprecian, se agradecen y lo convierten en único.
Ésta bebida
apasionante suele tener, básicamente, dos tipos de bebedores: aquellos que
buscan lo festivo del producto, su alegría, y aquellos más entendidos que
buscan la complejidad aromática y su capacidad de envejecimiento. Pero todos
saben que no hace falta tener ser para adentrarse en la leyenda.
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