viernes, 25 de octubre de 2013

EL GLADIADOR SENCILLO

GASTROGURÚ 5

Cocinero propietario de Casa Alfonso. Entre Col y Col y La Barca



Fotografías: Antonio Juan Gras Alarcón







Si entendemos según la tradición latina que un gladiador es aquel que  batallaba con otro, o con una bestia, en los juegos públicos, podríamos decir, que Alfonso Egea es un gladiador  que a sus 57 años comienza a necesitar pensar más en sí mismo que en el público que ha visto como éste autodidacta consiguió en el 2005 una estrella Michelín que sigue manteniendo a día de hoy,  que abrió dos locales en Murcia,  y está dispuesto a recoger sus bártulos, darse un respiro y pasar página.






Pese a que han tardado más de siete incomprensibles años en llamarlo para que ofrezca sus conocimientos en el buque insignia de la formación hostelera murciana, y que él gentilmente ha declinado, éste hombre de pelo cano recogido en coleta, gesticulador a la manera mediterránea, generoso y dedicado en cuerpo y alma a la que es su profesión , siente que lo han querido y valorado más en las cercanas tierras alicantinas que en esa extinta huerta de Europa que gusta con demasiada frecuencia hacer ostentación de amiguismo más que ofrecer resultados equitativos.



A los trece años ya terminaba los guisos para que su madre comiera de cuchara cuando trabajaba en el campo. Y su aprendizaje se ha ido generando más gracias a la experiencia de los personajes que ha tenido cerca que de reputados maestros del sector. Pescadores que elaboran arroces, la memoria de lo cercano, o viajes hasta profesionales insignes para ampliar horizontes.









Pero Alfonso Egea es un trabajador de la sensatez y la lógica, humilde, que se escandaliza ante las enseñanzas que reciben los jóvenes cocineros, más atentos a los horarios, a los contratos, a las novedades técnicas, que a las bases que tiene un oficio al que hay que dedicarse con sacrificio. Y el sacrificio no se inculca, y piensa si no sería estimulante poner una asignatura que llevara  a quemarse las uñas con  legía a esos que a los pocos días de comenzar sus estudios compran aparatosos cuchillos y dicen querer crear, cuando su método y experiencia le lleva a decir que solo son capaces de crear unos pocos, porque combinar no es crear. Y que no se puede pretender ser un funcionario del fogón con contadísimas horas de trabajo.

La cocina comienza en el mercado.  Para Alfonso Egea, que adora los productos marinos, el ser cocinero es un estilo de vida, y su intención siempre ha sido la de alimentar a le gente de sabores reconocibles.

A desarrollado  una vida laboral donde ha hecho lo que ha querido pero de manera elegante, sincera y muy respetuosa con el producto cercano, y siente que estos momentos ingratos le desilusionan y le abren los ojos para hacerse nómada, y continuar su vida dedicándose, por un tiempo, a otras facetas.


Mantiene imperturbable la sonrisa, pero en sus ojos a aparecido un
a flecha de cristal fría. Con más de 44 años dedicados al mundo de la gastronomía Alfonso Egea es un gladiador que quiere descansar en la contemplación del arte, en ver crecer a sus  dos hijos, y  transformar delicadamente los alimentos cuando a él le apetezca. La suite Coppelia de Delibes es la banda sonora de éste hombre íntegro.


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