GASTROGURÚ 33
FERNANDO RIQUELME
Presidente de la Cofradía del Vino Reino de la Monastrell
Fotografía: Antonio Juan Gras
Sabía la poeta argentina María Elena Walch que hay un
grupo de hombres y mujeres que tenían
que desoír sus burlones versos para mantenerse fieles a sus principios.
“En este mundo traidor transigir es lo mejor. El que diga
basta va a parar a la canasta, y el que sea opositor va a parar al asador.”
El catedrático orcelitano Fernando Riquelme hace quince
años, junto a algunos amigos, se empeñó en buscar la manera de reivindicar la
uva tinta que es el símbolo del sureste mediterráneo, la Monastrell, y crearon
una Cofradía, a la manera de las que hay en otras tierras del vino, para rendir
homenaje y realizar un concurso donde esa uva violácea que madura bajo un
sol cada vez más cálido se expresarara,
y comprobar, año a año, las cualidades y mejoras de las producciones de los
bodegueros que dedican su esfuerzo a tan emblemática cepa.
Utilizando el análisis, ese capacidad que tienen algunos
docentes y pensadores para examinar la realidad a la que se enfrentan, el
amante del vino no dogmático que vive junto a quien muestra las vías de
pensamiento en el campo agrícola, advierte de la posible sorpresa que
tendríamos si desnudáramos las constantes ofertas que dentro del mundo del vino
hay en ese binomio de rioja/ribera. Los niveles de calidad de las producciones
de nuestra zona han alcanzado cotas de valoración mundial nunca antes pensadas.
Vinos que se agotan y guardan listas de espera para poder hacerse con ellos.
Técnicos que llegan a conocer mejor las características de su uva, su
maduración y crianza, ya sea en acero inoxidable, con pasos de madera o no, para llegar a su
posterior comercialización, alcanzando casi una edad de oro que habla bien a
las claras de la posibilidades de la Monastrell.
El fenómeno del cambio climático es un factor con el que
tenemos que contar pero que se nos espada de las manos, ya que sus ciclos son
tan largos que es muy difícil hacer las previsiones oportunas.
La cultura nos ayuda a beber vino, y a mejorar en los
productos que degustamos, porque gracias a la cultura llegamos a saber qué es
lo que queremos beber. Se alegra al constatar que cada vez hay un mayor número
de locales que sirven vino por copas, que se trata mejor su servicio. Y es de
los que piensa que son las bodegas las que, unidas, deben de formar la base de
promoción de este producto tan unido a la mediterraneidad, pero que se ha
desarrollado por todo el mundo.
Disfruta Fernando Riquelme al pensar que la calidad de
los vinos no se encuentra únicamente en los de alto precio, que en esa franja
popular de vinos de 3/5€ podemos encontrar un amplísimo catálogo donde regalarnos
placer y buenas maneras, de sinceridad de territorio, y del conocimiento
adquirido por parte del bodeguero a lo largo de sus años de trabajo.
Una personalidad profesional que se basa muchas veces en
los datos y en el contraste aporta al mundo del vino el espíritu de la
investigación y la búsqueda de resultados que ofrezcan mejoras. Valedores así
son los que nos hacen falta, porque encierran profesionalidad, conocimiento,
diálogo y formación. Algo que necesitamos como el respirar y que muchas veces se
empeñan en ocultar. Con Fernando Riquelme la Monastrell tiene un aliado para el
futuro.
El que posee conocimientos, criterio, formación, diálogo, profesionalidad son tenidos en cuenta por las sociedades del mundo. Un gran saludo.
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