viernes, 16 de mayo de 2014

El valedor científico

GASTROGURÚ 33

FERNANDO RIQUELME

Presidente de la Cofradía del Vino Reino de la Monastrell

Fotografía: Antonio Juan Gras







Sabía la poeta argentina María Elena Walch que hay un grupo de hombres y mujeres  que tenían que desoír sus burlones versos para mantenerse fieles a sus principios.

“En este mundo traidor transigir es lo mejor. El que diga basta va a parar a la canasta, y el que sea opositor va a parar al asador.”

El catedrático orcelitano Fernando Riquelme hace quince años, junto a algunos amigos, se empeñó en buscar la manera de reivindicar la uva tinta que es el símbolo del sureste mediterráneo, la Monastrell, y crearon una Cofradía, a la manera de las que hay en otras tierras del vino, para rendir homenaje y realizar un concurso donde esa uva violácea que madura bajo un sol  cada vez más cálido se expresarara, y comprobar, año a año, las cualidades y mejoras de las producciones de los bodegueros que dedican su esfuerzo a tan emblemática cepa.

Utilizando el análisis, ese capacidad que tienen algunos docentes y pensadores para examinar la realidad a la que se enfrentan, el amante del vino no dogmático que vive junto a quien muestra las vías de pensamiento en el campo agrícola, advierte de la posible sorpresa que tendríamos si desnudáramos las constantes ofertas que dentro del mundo del vino hay en ese binomio de rioja/ribera. Los niveles de calidad de las producciones de nuestra zona han alcanzado cotas de valoración mundial nunca antes pensadas. Vinos que se agotan y guardan listas de espera para poder hacerse con ellos. Técnicos que llegan a conocer mejor las características de su uva, su maduración y crianza, ya sea en acero inoxidable,  con pasos de madera o no, para llegar a su posterior comercialización, alcanzando casi una edad de oro que habla bien a las claras de la posibilidades de la Monastrell.
El fenómeno del cambio climático es un factor con el que tenemos que contar pero que se nos espada de las manos, ya que sus ciclos son tan largos que es muy difícil hacer las previsiones oportunas.
La cultura nos ayuda a beber vino, y a mejorar en los productos que degustamos, porque gracias a la cultura llegamos a saber qué es lo que queremos beber. Se alegra al constatar que cada vez hay un mayor número de locales que sirven vino por copas, que se trata mejor su servicio. Y es de los que piensa que son las bodegas las que, unidas, deben de formar la base de promoción de este producto tan unido a la mediterraneidad, pero que se ha desarrollado por todo el mundo.

Disfruta Fernando Riquelme al pensar que la calidad de los vinos no se encuentra únicamente en los de alto precio, que en esa franja popular de vinos de 3/5€ podemos encontrar un amplísimo catálogo donde regalarnos placer y buenas maneras, de sinceridad de territorio, y del conocimiento adquirido por parte del bodeguero a lo largo de sus años de trabajo.

Una personalidad profesional que se basa muchas veces en los datos y en el contraste aporta al mundo del vino el espíritu de la investigación y la búsqueda de resultados que ofrezcan mejoras. Valedores así son los que nos hacen falta, porque encierran profesionalidad, conocimiento, diálogo y formación. Algo que necesitamos como el respirar y que muchas veces se empeñan en ocultar. Con Fernando Riquelme la Monastrell tiene un aliado para el futuro.




1 comentario:

  1. El que posee conocimientos, criterio, formación, diálogo, profesionalidad son tenidos en cuenta por las sociedades del mundo. Un gran saludo.

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