Magnífica cata organizada por La Boehemia distribuciones, ofreciendo
una vertical del Santa Rosa de Enrique Mendoza (1995/2010), D.O Alicante,
contando con la siempre entrañable presencia de Pepe Mendoza, uno de los grandes sabios
vinícolas de la cuenca mediterránea, que mostró como sus vinos, arropados por
la Cabernet, la Merlot y la Syrah, hablan de una mineralidad que logra
conservarse con el paso de los años de manera extraordinaria, haciendo que los
vinos de mayor edad obtengan una complejidad que presume territorio nos
advierten de las posibilidades de envejecimiento positivo de vinos que muchos
pensaban que no podrían resistir el paso de los calendarios.
Balsámicos, sotobosque, grafitos. Vinos situados en ese limbo que solo
algunos pueden colocar haciendo equilibrios magníficos con el paso de las
añadas.
Dos tandas muy diversas. Una primera con las añadas 2004, 2005, de una
complejidad y sabrosura que desde el primer momento han dejado claro que el
tiempo les sienta bien a estos vinos, 2006, que se ha ido abriendo hasta
colocarse a una inmejorable altura, 2007, año difícil, que ha expresado una
seriedad notable, y en el tramo final 2008 y 2009 en una gama de vinos que deberán crecer para
situarse a al mismo nivel de sus hermanos.
Por otra parte, la segunda parte de la cata, con las añadas 1995,
1996, 2000, 2003 y la que está en estos momentos en el mercado, un 2010 fresco
y jugoso.
Mientras que los vinos que acumulan más tiempo muestran una soberbia
complejidad, un trato muy acusado de una agricultura que cuida la cepa, y busca
racimos de poca producción, con tratamientos biodinámicos, y consiguen mantenerse
en un equilibrio que no nos hacen pensar que son vinos que caerán en breve,
expresan el camino que los vinos de ésta parte del mundo pueden llegar a ofrecer. Complejidad y buena agricultura.
Técnicamente notables, con cuidadas barricas. Vinos que encierran naturaleza y
posicionamiento geográfico, muy apegados al suelo que los ve crecer.
Las catas verticales ayudan a comprender la seriedad del trabajo de
una bodega. Y el desarrollo que sus vinos.
Enrique Mendoza es un lujo cercano. Un mediterráneo que no trata de
enmascarar sus estructuras aromáticas.
Me encantó esta nota. Un gran saludo.
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