jueves, 23 de mayo de 2013


CENANDO CON RAIMUNDO GONZÁLEZ


Si es de bien nacido ser agradecido, hay momentos en que uno debe ser doblemente agradecido.
Desde hace unos meses el empeño en homenajear a don Raimundo González se nos puso entre ceja y ceja a los Gastrólogos. Resultaba insultante comprobar que una sociedad como la murciana olvidaba a una de las personas que más ha hecho porque el nombre de Murcia esté en la primera plana de panorama nacional.

Así que dentro de Barra de Barras, y con la complicidad de Olga Orenes, acometimos un acto sencillo, pero lleno de reflexión, gratitud y cariño. Que un grupo de cocineros releyeran cada uno un plato de quien tanto sentido le dio al producto cercano y a través de él mostraran su personalidad.

Raimundo ha llegado puntual, elegante, dicharachero y dispuesto a regalarnos anécdotas que amplíen su cariz de creador de tendencias. Y mientras la cena va cumpliendo con sobradas realidades las expectativas puestas en ella, el cocinero se va dejando llevar y nos narra anécdotas que bien valdrían que se conocieran para valoran un ingenio como el del Cid y sus aventuras cantadas en gloriosa epopeya.

Claramente la cena queda dividida en tres actos. Los cinco primeros platillos, los dos platillos que comprenderían la parte final de la sección salada, y los postres. Excepto algún retoque que hay que dar al plato de la dorada y a la nueva versión de los nidos, estamos ante una de las cenas más gloriosas que he disfrutado en esta ciudad.

La intensidad sápida del chupito de aperitivo contrasta con la delicadeza y equilibrio del tartar de alcachofas, la singularidad del juego de las habas y las gelatinas naturales de las almendras nos lanzan hacia una cocina de geografía cercana exultante. El arroz y su desarrollo del azafrán nos muestran un caldero apoteósico, y la nueva versión de las berenjenas a la crema es todo un canto a la delicadeza de la fusión. Siguen en esa línea el sorbete de fresón y la leche frita.

Nadie en su sano juicio debería perderse un espectáculo como ese, además de que el minúsculo precio del regalo, 30€  pudiendo degustar un Laderas del Sequé con una Monastrell gloriosa, frutal, redonda y juvenil. Como las idead que ha sembrado éste ágil anciano que se apoya con elegancia sobre un bastón y se siente feliz por el cariño que le muestra quienes le rodean.



Si tienen memoria, o son agradecidos, deben de acercarse estos días hasta la sala del Rincón de Pepe. Hay mucha cocina por sentir y emocionarse con platos que ya viajan en el tiempo, sabiéndose transformar ilusionantemente.

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