CINCO IMÁGENES SOBRE BANGKOK
EAT ME (1)
EATME es un restaurante de cocina internacional. Esto
quiere decir que me he encontrado comiendo cinco platos, muy sabrosos, pero que
se me hacían cercanos, si exceptuamos la intervención de ciertas especias.
Podría ser una suerte de fusión a la inversa. Porque
cuando pensamos en el tema de la fusión pocas veces tenemos la posibilidad de
probar platos en países más o menos lejanos. Es decir, generalmente encontramos
la fusión aquí. Producto de viajes, estancias del cocinero en otros lugares o
cocinas, lecturas, o cualquiera de las muchas cosas que hacen que nuestro
pensamiento creativo se acentúe.
La apariencia de EATME es la de ciertos locales
limeños, incluso de locales donde se pueden tomar copas, y la cocina ocupa
espacios diversos. Una terraza interior que le procura aires tropicales por los
bambúes y palmeras que crecen. La carta es amplia. Y los precios son más que
correctos, si tenemos en cuenta que las raciones son generosas.
Un detalle que me
ha sorprendido. En la botella de agua que sirven colocan una ramita de
menta fresca.
Un poco de pan, un poco de aceite y unas sales
especiadas con mezcla de macadamia y muchas especias abren, sorprendentemente,
el inicio de la comida. Y digo sorprendentemente porque nos han advertido
varias veces de que el concepto de pan no es frecuente. Y será cierto en los otros
tres locales que visitemos. Pero aquí el pan, las rodajas servidas, vienen
cortadas de una barra bien horneada, de molla agradable y blanca.
Pedimos platos a centro, para así poder probar
diversos platos. El primero son cuatro gambas plancheadas acompañadas de un
caldo especiado donde el lemon gras se hace presente, con las cabezas muy
tostadas, y algunas guindillas comienzan a hablarnos de que estamos entrando en
terrenos donde lo picante estará muy presente. Seguimos por una versión de una
zarzuela de mariscos, continúan las notas picantes y ha hecho presencia el
cilantro. Alguna gamba, navajas, almejas, mejillones en un caldo donde hay
cierta memoria de una bullabesa, con su pastís y su azafrán. Muy bueno el
caldo, algo demasiado cocinado los productos de mar.
Como por sorpresa, pues habíamos dejado que el joven
jefe de sala tomara la iniciativa en los platos a pedir, nos encontramos con
una ensalada de rúcola y parmesano, pero con un interesante aliño de las
hierbas, con notas dulces, y elementos como frutos secos en la vinagreta que
envuelve a las hojas amargas.
Una patata gratinada con queso vuelve a golpearme en
el sentido de dónde me encuentro.
Un pescado de mar, con cocción muy correcta, se
acompaña de una salsa de setas muy afrancesada. El resultado, en un bistró
parisino, sería urbano, aquí me dejan fuera de lugar, y aunque el plato es
sumamente agradable, me siento fuera de juego.
He venido buscando fusión y me llevo la sorpresa de
platos que bien podrían haber sido aprendidos en el Cordon Bleu. Y ello no es negativo, simplemente pensaba que podrían haber mas juegos de fusión menos reconocidos.
Cocina el neoyorquino Tim Butler. Precios por
persona sobre 35€. Está posicionado en el número 16 de la lista San Pellegrino
de los 50 de Asia. Para los aficionados españoles no pasaría de un bien sin
demasiados aspavientos.
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