viernes, 18 de julio de 2014

Portú 2008

60 vinos de Monastrell FEI
(Fundamentales, Emocionantes e Imprescindible)

Arrebatadora Expresividad


Bodegas Luzón
D.O Jumilla
Precio aproximado: 17€
Monastrell: 70%
Cabernet Sauvignon: 30%





El color, el aroma y el gusto. Las tres parcelas que componen las fases de cata nos sirven para poder atender con “atención” y descubrir lo que cada vino lleva en su adn. Una aun a nos va a ir proporcionando una información valiosísima para lograr hacernos una idea los más cercana posible a la realidad que exprime el vino que queremos conocer.

Cada vez que descorchamos una botella, o nos sirven una copa de vino, deberíamos prestarle un mínimo de curiosidad para saber con quién nos estamos “jugando los cuartos”. Porque esa información que está dispuesta a darnos nos ayudará a comprender, y disfrutar, lo que queremos degustar.

Porque aunque no lo pensemos, en cada botella de vino hay una cantidad de elementos que muchas veces se nos escapan y que conforman universos de trabajo, estudio, esfuerzo, delicadeza y esmero, que merecen un mínimo de respeto por parte del bebedor.
Bodegas Luzón son viticultores elaboradores desde 1916, aunque desde el 2000 su modernización ha sido más constatable. 

Portú es el ejercicio de mayor nivel que realiza Luis Sánchez, enólogo de la bodega. Una muestra, patente y generosa, de que hay mucho por descubrir y disfrutar cuando se han puesto todos los medios para obtener un producto rabiosamente memorable.

Buenas viñas, agricultura cuidada y un acertado trabajo en bodega. Parece sencillo, pero encierra una complicación portentosa. El resultado, partiendo de un ensamblaje de Monastrell y Cabernet Sauvignon, será el de un vino que quiere perdurar, que desde que los tenemos delante, con una botella de las que da gusto calibrar su peso, sentimos que estamos ante un momento que recordaremos y nos dará motivos para seguir buscando nuevos compromisos con el mundo del vino.

Portú es el resultado de un trabajo ante el que hay tener paciencia, pues va a ir expresando todo lo que tienen dentro de sí viñas con más de cincuenta años. Y demasiadas veces no logramos, casi siempre a causa de nuestra voracidad bebedora, descubrir todos los matices que una obra como ésta se muestre en su totalidad.

Hay que dejar que respiren y salgan a flote todos los meses estuvo concentrado el vino, cerca de 27. No podemos pretender que con apenas unos movimientos de la copa encontremos la expresividad arrebatadora que encierra una de las joyas más desconocidas de la viticultura jumillana. Y así disfrutar de la primorosa lectura que hace del terreno, de una fruta potente que va sacando pecho conforme más posibilidades tiene de sacar su escondido espíritu.

Las ocasiones las hacemos y provocamos cada uno, pero en éste caso hay que saber que cuando abrimos determinadas botellas deberemos de dejar que sean ellas las  que indiquen sus tiempos, porque si no desaprovecharíamos una oportunidad de disfrutar de un producto memorable.

Estamos ante un producto que merece que busquemos con nuestra vista primero, para apreciar los matices de color que trae en su interior, pero sobre todo con la nariz y más tarde con la boca, para ver como son esos cambios que irá sufriendo el vino en la copa, y como trago a trago, su comportamiento se transforma y amplifica. Lo que hará que comencemos a comprender que hay diálogos que tienen difícil final.


Nos encontramos ante uno de los mejores ejemplos de un vino que sin ser del grupo de los parcelarios, (aquellos que son producto de bodegueros que centran su trabajo en muy concretos espacios de terruño) se ubica en bodegas que afinan con trabajos que logran resultados emotivos, y ayudan a comprender que Jumilla está llamada a ser una D.O con la que hay que contar.





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