60 vinos de Monastrell FEI
(Fundamentales, Emocionantes e Imprescindible)
Arrebatadora Expresividad
Bodegas Luzón
D.O Jumilla
Precio aproximado: 17€
Monastrell: 70%
Cabernet Sauvignon: 30%
El color, el aroma y el gusto. Las tres parcelas que
componen las fases de cata nos sirven para poder atender con “atención” y
descubrir lo que cada vino lleva en su adn. Una aun a nos va a ir
proporcionando una información valiosísima para lograr hacernos una idea los
más cercana posible a la realidad que exprime el vino que queremos conocer.
Cada vez que descorchamos una botella, o nos sirven una
copa de vino, deberíamos prestarle un mínimo de curiosidad para saber con quién
nos estamos “jugando los cuartos”. Porque esa información que está dispuesta a
darnos nos ayudará a comprender, y disfrutar, lo que queremos degustar.
Porque aunque no lo pensemos, en cada botella de vino hay
una cantidad de elementos que muchas veces se nos escapan y que conforman universos
de trabajo, estudio, esfuerzo, delicadeza y esmero, que merecen un mínimo de
respeto por parte del bebedor.
Bodegas Luzón son viticultores elaboradores desde 1916,
aunque desde el 2000 su modernización ha sido más constatable.
Portú es el ejercicio de mayor nivel que realiza Luis
Sánchez, enólogo de la bodega. Una muestra, patente y generosa, de que hay
mucho por descubrir y disfrutar cuando se han puesto todos los medios para
obtener un producto rabiosamente memorable.
Buenas viñas, agricultura cuidada y un acertado trabajo
en bodega. Parece sencillo, pero encierra una complicación portentosa. El
resultado, partiendo de un ensamblaje de Monastrell y Cabernet Sauvignon, será
el de un vino que quiere perdurar, que desde que los tenemos delante, con una
botella de las que da gusto calibrar su peso, sentimos que estamos ante un
momento que recordaremos y nos dará motivos para seguir buscando nuevos
compromisos con el mundo del vino.
Portú es el resultado de un trabajo ante el que hay tener
paciencia, pues va a ir expresando todo lo que tienen dentro de sí viñas con
más de cincuenta años. Y demasiadas veces no logramos, casi siempre a causa de
nuestra voracidad bebedora, descubrir todos los matices que una obra como ésta
se muestre en su totalidad.
Hay que dejar que respiren y salgan a flote todos los
meses estuvo concentrado el vino, cerca de 27. No podemos pretender que con
apenas unos movimientos de la copa encontremos la expresividad arrebatadora que
encierra una de las joyas más desconocidas de la viticultura jumillana. Y así
disfrutar de la primorosa lectura que hace del terreno, de una fruta potente
que va sacando pecho conforme más posibilidades tiene de sacar su escondido
espíritu.
Las ocasiones las hacemos y provocamos cada uno, pero en
éste caso hay que saber que cuando abrimos determinadas botellas deberemos de
dejar que sean ellas las que indiquen
sus tiempos, porque si no desaprovecharíamos una oportunidad de disfrutar de un
producto memorable.
Estamos ante un producto que merece que busquemos con
nuestra vista primero, para apreciar los matices de color que trae en su
interior, pero sobre todo con la nariz y más tarde con la boca, para ver como
son esos cambios que irá sufriendo el vino en la copa, y como trago a trago, su
comportamiento se transforma y amplifica. Lo que hará que comencemos a
comprender que hay diálogos que tienen difícil final.
Nos encontramos ante uno de los mejores ejemplos de un
vino que sin ser del grupo de los parcelarios, (aquellos que son producto de
bodegueros que centran su trabajo en muy concretos espacios de terruño) se
ubica en bodegas que afinan con trabajos que logran resultados emotivos, y
ayudan a comprender que Jumilla está llamada a ser una D.O con la que hay que
contar.