Hiñe Cardamomo con harina ecológica, sal, agua, orégano fresco y un
poco de creciente que le ha traído del convento Sor Prendida. La deja fermentar
con lentitud, casi en ese estado en que lo sólido se hace líquido.
La pizza es algo así como la tarjeta de visita de los italianos del
sur, la metralleta de los mafiosos en las películas americanas de gánsteres, el
ostentoso mal gusto berlusconiano, pero nosotros podríamos haber exportado la
coca, dice Azafrán siempre refunfuñón y puntilloso.
La Pizza, continúa sin hacer caso el panadero vocacional, que las
mujeres napolitanas dejaban a mitad de fermentación para que se sintieran más
llenos sus compradores y taponaran el hambre, que es el estado natural de los
pobres, la pizza, le digo, ya es negocio universal, y hoy llega a apellidarse De chicago, milanesa, y hasta
Okonomiyaki, o pizza japonesa.
Pero recuerde, sabio amigo, le dice con benevolencia Azafrán, en la
pizza, como en la vida, menos es siempre más. Por eso la Margarita, dedicada a
aquella reina que no soportaba el ajo y que viajó hasta ciudad partenopea en 1889, y que el
restaurante Il Brandi le ofreció una masa crujiente con una capa de tomate, un
poco de mozzarella de Búfala de la zona, y esa maravilla herbácea que aquí
llamamos alábega, hierbabuena y ellos basílico, constituyen la más preclara
evidencia de éste hecho. Menos es más. Una bandera comestible. Un plato que es
un país de miles de países.
Saborea en sus recuerdos aquella ligerísima pizza de Messina, mientras
Cardamomo hornea a todo calor que da el horno casero. Aceite y pimienta firman
el acompañamiento. Sobre el mapa otra X afirma la continuidad del viaje.
Me encantó la irónica publicación acerca de la exquisita pizza. Todo es cuestión de gustos. Para mí a la piedra con una buena salsa de tomates y con muzza de calidad. También la fugazeta rellena. Existe el título "Moscato, pizza y fainá". ¡Una delicia!!! Con mi cordial saludo.
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