Ming Chao, el taxista tántrico, es obsesivo y supersticioso. Sus
gustos musicales oscilan entre Magali Nöel
y su Fais-moi mal, Johnny (Maltrátame Johnny) de Boris Vian y ciertos
temas de Marylin Monroe que por susurrantes suelen sonrojar a los clientes de
su vehículo.
- Hace algunos años probé,
en el restaurante Tomaz Kavcic "Pri Lojzetu", en el valle de
Vipava, una versión de la Jota eslovena.
Una suerte de deconstrucción que pretendía poner al día el clásico plato
esloveno.
- ¿Y qué tal sonaba, señor
Azafrán?, le dice rijoso Cardamomo mientras le da un cachetón al conductor que
se ha saltado un semáforo a esa hora temprana de la mañana.
- Ya saben ustedes, dice
mirando a su acompañante, y dando con el dedito en la oreja del tántrico
conducto, que la Jota, léase iota, es un enolončnica, es decir, un plato único
que se come con cuchara. Alubias, patatas, col o nabo fermentado, tocino,
cebolla, que junto a algunos aromas de la zona, convierten el guiso en un
sustento para los fríos meses invernales. Hasta 35º bajo cero he vivido es ese
hermosísimo país de vinos portentosos, espumosos memorables, quesos y embutidos
legendarios. Mujeres de ojos como gatos y nombres impronunciables.
Ming Chao siente un escalofrío, y no precisamente por los grados
nombrados. Lleva con gusto a sus amigos a que hagan la compra diaria al mercado
de Verónicas.
- Qué bonito selía podel
comer esas cosas licas en ese melcado. Un guisito así, después de tantas holas
de coche.
- Y de silencioso
disfrute, le azuza Azafrán, riendo su gracia sin gracia.
Y también ocurrió que le dije "Hola"
ResponderEliminarY me contestó "Las trel y cualto"...
Pero ya sabe usted,sr. Azafrán que en algún viaje esloveno me mantuvo usted castigado a trabajos de galeras en las cocinas de Ismael;mientras usted y Peperoncino se bebía media producción de vino esloveno.
Paz y Bien.
A cualquier cosa le llaman galeras. Usted, señor Cardamomo, ha sido de los que han salido corriendo cuando la nieve apretaba, y no contento con danzar, cual bailarina Noruega en patines afilados de hielo aguantón, esgrimía imaginarias enfermedades para huir de las tempestades.
ResponderEliminarLa memoria debe ser lo único que le adelgaza, espíritu acelguil.
Me encantan estas narraciones plenas de gracia, picardía y buen gusto. Un saludo
ResponderEliminarEstimada Leonorcita, Si usted conociera de cerca a esos seres demenciales, no pensaría que el "buen gusto" es algo que forma parte de sus vidas. Un saludo grande.
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